Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en la https://joshvklq059150.mpeblog.com/68591388/zidane-y-el-cabezazo-que-definió-su-despedida